Siempre he sentido una conexión especial con la naturaleza. Crecí pasando todo el tiempo que podía al aire libre, descalza (a pesar de las advertencias de mi madre respecto al montón de cosas que podía clavarme en los pies), y sintiendo la arena de la playa, o la hierba bajo mis pies. Ahora, a mis más de 50 años, he descubierto que a eso le han puesto nombre «Grounding» o «Earthing», y que resulta que hay quien cree que es una actividad saludable y recomendable a diario. Pero ¡este no es el tema de este artículo!, así que perdonadme el inciso, y retomo el tema.
A medida que me hice mayor, mantuve ese amor por el contacto físico y emocional con la naturaleza. Disfruto de vivir cerca del mar y de poder salir a la montaña a caminar con frecuencia. ¡Si aún no has experimentado el placer de quitarte las botas en el monte y pisotear con los pies descalzos la hierba, apúntatelo como tarea para tu próxima ruta! Y si eso lo puedes hacer en verano, quitándote además toooda la ropa aunque sólo sea un ratito, ¡seguro que vuelves aquí a agradecerme el consejo!
Pero, como toda mujer nacida en los 70, siempre tuve problemas para aceptar mi cuerpo. Siempre creí que era «demasiado – pon cualquier palabra negativa aquí». Demasiado gordo, con demasiada celulitis, demasiado bajo, con las piernas demasiado gordas … ¡¡en fin!!; si eres mujer criada en la época de las modelos escuálidas de los 80/90 sabrás de qué te hablo. La adolescencia y sus inseguridades, la juventud y las suyas.
Tuve que cumplir más de 40 para descubrir el naturismo. Y aún recuerdo la primera vez que me desnudé en un lugar público naturista. Una playa Mediterránea, en la que nadie me conocía (así me sentía más segura). Me costó varios intentos superar el pudor: fui a esa playa durante 2 ó 3 días, sin atreverme a desnudarme por completo. Un día me lancé, y ¡¡hice topless!!. Al rato me di cuenta de que ¡nadie me observaba. Nadie me miraba. La única persona allí para la que prescindir de la parte superior del bikini era algo extraño, era yo misma. Al día siguiente me atreví, por fin, a liberarme del bikini completo. Primero me quedé tumbada en la arena, para que no se me viera mucho, me sentía vulnerable y expuesta, pero poco a poco, al darme cuenta de que nadie me observaba me fui relajando y por fin me atreví a levantarme, y darme un paseo, completamente desnuda, hasta el mar.
Ese primer baño en el mar, sin bañador, fue una de las mejores sensaciones de libertad que he sentido. ¡¡Tienes que probarlo alguna vez en tu vida!!
Hace más de 10 años de esa primera vez, y cada vez que me desnudo en una playa o en un entorno natural, siento esa misma sensación de libertad, de conexión con mi propio cuerpo y con la naturaleza que me rodea. Es un antiestrés estupendo para esta vida de prisas y artificios en la que vivimos actualmente.
Pero la práctica del naturismo, además, me ha ayudado a aceptar mi cuerpo tal como es, sin compararme con los estándares de belleza que nos imponen las redes sociales, las revistas de moda, las series y las pelis, o los anuncios de cosméticos. Nadie habla, critica o juzga el cuerpo de nadie en un entorno naturista. Es muy fácil sentirse cómoda y segura en la propia piel rodeada de personas que comparten estos valores. La desnudez, en lugar de ser una fuente de pudor y vergüenza, se ha convertido en una expresión de libertad, autenticidad y confianza.
Pero no solamente he aprendido a querer y respetar mi propio cuerpo, sino que también he desarrollado un mayor respeto por los cuerpos de otras personas. Ver cuerpos desnudos reales, de todas las formas, tamaños, con celulitis y sin ella, con cicatrices que no se trampean con Photoshop, manchas, y signos de la edad, me ha servido para apreciar la diversidad y la realidad del cuerpo humano. La belleza no es sólo el estándar que nos imponen desde la industria que quiere vendernos productos y tratamientos que no necesitamos, no tiene un único estándar. Cada cuerpo es único y tiene su propia belleza. He dejado de hablar, de juzgar y de compararme también con los cuerpos de otras personas.
Si estás considerando probar el naturismo, ¡te animo a que lo hagas!. Es una experiencia transformadora que puede ayudarte a desarrollar una mayor autoconfianza, a aceptar tu cuerpo y a conectarte con la naturaleza para disfrutarla más y mejor.
¿Cuáles han sido tus experiencias con el naturismo? ¿Te gustaría ver publicada aquí la tuya? Me encantaría saber tus opiniones y compartir tus historias. Envíanosla por correo (informatica@naturigal.org), y ¡la publicamos!
¡Únete a la comunidad naturista y descubre un nuevo nivel de libertad y bienestar!
Carmen. Socia de Naturigal.